LA LENGUA

Pero sobre todas nuestras creaciones se levanta la creación por excelencia del ingenio español, se levanta nuestra lengua. De varias y entrelazadas raíces, de múltiples y acordes sonidos, de onomatopeya tan musical, que abre el sentir a la adivinación de las palabras antes de saberlas, dulce como la melodía más suave y retumbante como el trueno más atronador, enfática hasta el punto de sólo en ella puede hablarse dignamente de las cosas sobrenaturales, y familiar hasta el punto de que ninguna otra le ha sacado ventaja en lo gracioso y en lo picaresco, tan proporcionada en la distribución de las vocales y de las consonantes, que no ha menester ni los ahuecamientos de voz exigidos a los labios y a los dientes del Norte, libre de su sintaxis, de tantas combinaciones que cada autor puede procurarse un estilo propio y original sin daño del conjunto; única en su formación, que sobre su fondo latino y las ramificaciones celtas e iberas ha puesto el germano alguna de sus voces, el griego alguno de sus esmaltes y el hebreo y el árabe tales alicatados y guirnaldas, que lo hacen, sin duda alguna, la lengua más propia, tanto por lo natural como por lo religioso, la lengua que más se presta a los varios tonos y matices de la elocuencia moderna, la lengua que posee mayor copia de palabras con las que responder a la copia de las ideas, verbo de un espíritu que si ha resplandecido en el pasado, resplandecerá con la luz más clara en lo porvenir, puesto que no sólo tendrá este territorio y estas nuestra gentes, sino allende los mares, territorios vastísimos y pueblos libres e independientes, unidos con nosotros, así por las afinidades de la sangre y de la raza como por las más íntimas y más espirituales del habla y del pensamiento, cuya virtud nos obligaría ciertamente a continuar en el Viejo y en el Nuevo Mundo una historia nueva, digna de la antigua y gloriosísima Historia.

E. CASTELLAR: Discurso en la Real Academia Española.1.880

Inicio Historia de España