Hechos de los
Apóstoles en América,
Prólogo
a la 1ª y 2ª edición
Prólogo a la 1ª edición
Desde
el principio debo confesar que llevo en el corazón a la América hispana. Allí
pasé los primeros años de mi vida de sacerdote, y allí he vuelto una veintena
de veces para dar cursillos o ejercicios espirituales. Aunque mi especialidad
es la Teología espiritual, que enseño en Burgos, en la Facultad de Teología,
hace ya muchos años que vengo estudiando la evangelización de las Indias en
los antiguos cronistas o en escritos modernos, fijándome sobre todo en la
espiritualidad de aquella acción apostólica.
Esto
me ha llevado a componer esta obra, en la que sigo el modelo de San Lucas
evangelista, el primer historiador de la Iglesia, en sus Hechos de los Apóstoles.
Él centra sus relatos en las figuras de los santos apóstoles Pedro y Pablo,
no hace mucho caso de los personajes negativos, como Simón Mago o Ananías
y Safira, y no se detiene apenas a describir la organización progresiva de
la Iglesia naciente.
De
modo semejante, mi crónica centrará su atención en los hechos apostólicos
de Martín de Valencia, Zumárraga, Motolinía, Montesinos, Toribio de Mogrovejo,
Francisco Solano, Pedro Claver, etc., y no describiré, como no sea ocasionalmente,
la figura lamentable de otros personajes oscuros de su entorno, ni tampoco
la acción misionera de la Iglesia en sus complejos empeños colectivos, en
la organización de diócesis y parroquias, doctrinas y provincias religiosas.
Por
otra parte, si San Lucas dedica once capítulos de los Hechos a San Pablo y
seis a San Pedro, no es porque piense que aquél tiene doble importancia que
éste en la historia del apostolado, sino porque fue compañero de San Pablo
y conoció mejor su vida y acciones. Tampoco mi escrito, por las mismas razones,
guardará una proporción estricta entre la importancia de cada apóstol y las
páginas que le dedico.
Y
no me alargo más, pues tengo por delante una tarea muy amplia y preciosa:
escribir los grandes Hechos de los apóstoles de América.
Prólogo
a la 2ª edición
Al
preparar la segunda edición de esta obra -que apenas añade a la primera, de
1992, algunos retoques del texto y breves complementos bibliográficos-, sigo
convencido de que el crecimiento de las Iglesias locales de América ha de
potenciarse con un conocimiento y una estima cada vez mayores de sus propias
tradiciones y de sus gloriosos orígenes. En este sentido, dice Juan Pablo
II:
«La
expresión y los mejores frutos de la identidad cristiana de América son sus
santos... Es necesario que sus ejemplos de entrega sin límites a la causa
del Evangelio sean no sólo preservados del olvido, sino más conocidos y difundidos
entre los fieles del Continente» (ex. apost. Ecclesia in America 15, 22-1-1999).
Los
trabajos de los primeros evangelizadores de América, tantas veces ignorados
o discutidos, estos empeños que se narran en las presentes páginas, han de
ser juzgados por sus frutos históricos. Ahora bien, «¿no es acaso motivo de
esperanza gozosa pensar que para finales de este milenio los católicos de
América Latina constituirán casi la mitad de toda la Iglesia?» (Juan Pablo
II, 14-6-1991).
Dios
quiera concederle a esta segunda edición de los Hechos de los apóstoles de
América una muy amplia difusión. La pedimos confiadamente al Señor, acudiendo
a la intercesión poderosa de Nuestra Señora, la Virgen de Guadalupe. A Ella
le rezamos ahora con Juan Pablo II (México 23-1-1999):
«¡Oh
Madre! Tú conoces los caminos que siguieron los primeros evangelizadores del
nuevo mundo, desde la isla Guanahaní y La Española hasta las selvas del Amazonas
y las cumbres andinas, llegando hasta la Tierra de Fuego en el sur y los grandes
lagos y montañas del norte...
«Oh
Señora y Madre de América! Salva a las naciones y a los pueblos del continente...
«¡Para
ti, Señora de Guadalupe, Madre de Jesús y Madre nuestra, todo el cariño, honor,
gloria y alabanza continua de tus hijos e hijas americanos!»