EL PUEBLO JUDÍO

El pueblo judío fue dejado por Dios para abrir el paso de la salvación a un mundo pagano, que se moría en la amargura y en el abandono, en que le dejaban sus dioses; politeísmo disgregador y mortífero. Israel, enviado por Dios; el Dios del Sinaí le dijo al mundo: No hay más que un solo Dios y a Él solo adorarás; desde entonces entró el monoteísmo en el mundo; pero el pueblo judío materialista y con cultura de medios buscaba el reino temporal obtenido con una victoria terrena, y no el imperio del espíritu. He aquí su fracaso ante el reino del espíritu que le trajo Jesucristo, el Hijo de Dios. Pero si Israel no entendió el mensaje de Cristo y le traicionó en su ignorancia y en su pertinaz deseo de lo terreno y material, en la historia de la civilización se levantó otro pueblo que, con su cultura de fines, escatológica, trascendental y eterna, entendió esa embajada, que Dios le hizo, cuando la voz del Hijo del Trueno, Santiago, le despertó de su ceguera paganista y al ver la luz del Cristianismo, deslumbrado y admitiendo sus consignas, se dispuso a representar el papel y el destino que la Providencia le tenía destinado. Y esto con fidelidad insobornable en los diversos períodos de su historia. La Reconquista de cerca de ocho siglos inició este proceso de prodigios de España; la unidad nacional lo consolidó, el descubrimiento de América, otro nuevo continente, lo sublimó; las gestas gloriosas contra el protestantismo, hicieron que España liberase a Europa de caer en manos de la herejía luterana; la Guerra de la Independencia hundió el imperio napoleónico, y libertó el viejo continente de sus ambiciones, y la Cruzada Nacional, en arrolladora victoria contra el comunismo, ha liberado a Europa de caer en manos del comunismo.

Estos son los diversos jalones de esta marcha triunfal y providencial con que España ha seguido los designios del Altísimo. Es el destino providencial de España, tan distinto del fatalismo determinista, en que los pueblos amargados de Europa después de las dos guerras mundiales de este siglo en que por el vacío de la fe, han caído y en el que gimen víctimas del materialismo que las informa. "La Decadencia de Occidente", de Splenger, es un canto desesperado de la vieja Europa descreída y apóstata, páginas que rezuman el negro pesimismo fatalista, lo mismo que las del libro de Toynbee en "Estudio de la Historia".

España está fuera de la órbita de estos escritores, por el sentido providencial con que el Dios de las Victorias la ha seguido ayudando a lo largo de su historia. España, pueblo de cultura de fines no puede ser comprendida por la historia, y los rumbos que la impronta de cultura de medios ha infundido con su tecnicismo y materialismo a la mayoría de los demás pueblos de Europa. España es una incógnita en la historia universal, que sólo pueden captar con luminosidad los pensadores y filósofos, que captan con el telescopio de la fe cristiana lo que ha significado y significa este pueblo ibero individualista y con una psicología totalmente distinta de los otros pueblos, realista, armónica, ortodoxa y con cultura de fines. Solo los hispanistas extranjeros, informados de esa psicología cristiana y los autores españoles que llevan consigo el nervio de la raza y el espiritualismo español pueden comprender a este pueblo, único en la historia universal.

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Historia de España