"CLAVES Y RAZONES PARA UN FUTURO DE ESPERANZA"
(Texto íntegro del profesor Vintila Horia en la Asociación "Tribuna 2.000") en febrero de 1.983.
"Señoras y señores, queridos amigos, doy las gracias a mi viejo amigo, Marcelo Arroita- Jáuregui, por sus palabras de presentacíon, que acaba de pronuciar; es mérito de los poetas, y Marcelo es un poeta, el saber decir en pocas palabras lo esencial; yo, como soy más novelista que poeta, en lugar de hablarles aquí cinco minutos les hablaré cincuenta y cinco, con su permiso. Empezaré como hacían los poetas clásicos: antes de empezar una epopeya, evocaban a un dios o una diosa, con el fin de que les ayudara a llevar a buen puerto su inspiración Yo también invocaré algo en este momento de comienzo de esta conferencia, invocaré la inteligencia: "Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas", dice Juan Ramón Jiménez en uno de sus poemas, pues invoco la inteligencia para ayudarme en esta difícil empresa que es la conferencia de esta tarde.
Sabemos, y lo constatamos a diario, que España como el mundo occidental y el mundo en general viven en una época de decadencia, de crisis dicen algunos, pero la palabra decadencia define mejor el estilo de este fin de siglo o de este fin de ciclo. Pero, ¿por qué vivimos en la decadencia, y es ésta decadencia el último respiro de la especie humana en la tierra, o como muchas veces en el pasado, esta decadencia implica, el mismo tiempo, un nuevo resurgimiento? Yo creo en esta segunda posibilidad. Vivimos en la decadencia, porque estamos aplicando en todas partes, en todos los espacios geopolíticos de la Tierra, en todas las esferas de las culturas que componen ene este momento la cultura universal, estamos aplicando unos principios que si no están muertos ya, están agonizando. Estos principios son los formulados por los pensadores del siglo XVIII, con cuyos grandes libros, con cuya enciclopedia, con cuyos ensayos, con cuyas investigaciones o novelas, se ha abierto en el mundo un ciclo de dos siglos d duración, llamado el ciclo de las revoluciones.
Desde mediados del siglo XVIII y sobre todo desde l.789, vivimos en la época de las revoluciones, época nueva evidentemente en la historia de la humanidad, puesto que nunca la especie humana había experimentado un ciclo revolucionario. Ello implica muchas cosas, como veremos enseguida, pero implicó, en primer lugar, una revolución de tipo político-económico como la francesa, vencida después de unos decenios de existencia cruel y gloriosa al mismo tiempo, para que el mundo europeo entrase otra vez en sus antiguos carriles, los de la tradición, los de la fe católica, los de los grandes valores del pasado prerrevolucionario, es lo que se llama en la historia del siglo XIX, la época de la Restauración, que coincide en la historia de la literatura con el Romanticismo. Sin embargo, los valores del pensamiento que estaban en la base de la Revolución francesa volvieron en el siglo XIX, por encima de la época de la Restauración a constituir un sistema filosófico y un sistema filosófico científico y político, basado otra vez en los valores de tipo materialista, y nos encontramos en el siglo XIX con la traducción a lo político de unos valores de tipo filosófico y científico a la vez. Tanto los sistemas de tipo liberal como los sistemas marxistas hunden sus raíces en la misma filosofía, o sea, en el materialismo determinista dl siglo XVIII. Toda la ciencia del siglo XVIII y del siglo XIX en la que está montado el concepto de progreso representan realmente o se inscriben realmente en el cauce de una filosofía materialista. Esta filosofía justifica la aparición en el mundo de una doctrina de
"Vivimos en la decadencia porque estamos aplicando en todos los espacios geopolíticos de la Tierra unos principios agonizantes"
"Tanto los sistemas de tipo liberal como los marxistas hunden sus raíces en el materialismo determinista de los siglos XVIII y XIX"
"La revolución comunista de 1.917 inicia la caída de estos valores".
tipo político, que ha sido el marxismo. Desde el punto de vista capitalista o marxista, podríamos decir que hoy mismo en sus dos partes antagónicas y complementarias, que son el capitalismo y el marxismo, el mundo sigue aplicando los principios de aquella filosofía, con todas sus derivaciones, económicas, sociales, filosóficas, literarias, didácticas y todo lo que ustedes quieran. De manera que cuando hablamos de la decadencia dl mundo, del mundo conquistado por una sola civilización, porque éste en el fondo el momento único que vive la humanidad, ya que por primera vez en la historia de los hombres, una civilización se ha impuesto a todas las demás. China, Japón , África, la India, el Islam, todos los grandes ciclos y las culturas que los componen se han integrado de una manera o de otra en el ciclo cultural de Occidente. Pero, ¿qué es lo que significa este ciclo cultural de Occidente desde el punto de vista de la decadencia, de la que estamos todos hablando? Significa que todas las culturas y todos los pueblos conquistados por Occidente, por un Occidente política y filosóficamente materialista, se dirigen hacia su propia decadencia, que es el mundo occidental. Esta decadencia se llama en el fondo, desde el punto de vista filosófico y político, materialismo determinista,, conceptos valederos en el mundo occidental, como en el espacio soviético.
La caída de los valores comienza en 1.917
Cuando decimos esto, hay que marcar con precisión científica los conceptos. Cuándo empieza realmente la caída, lo que Nietzsche llama la caída de los valores, esto empieza en el año 1.917 con la revolución comunista. La revolución comunista no es más que la realización visible, la transformación en política de la filosofía marxista, de la filosofía materialista, y determinista del siglo XIX; 1.917 marca en el fondo el principio del fin; la revolución rusa no es el principio de algo nuevo, es el comienzo de una agonía cuyas raíces vienen por encima de los tiempos desde el siglo XVIII. La revolución rusa no es más que la traducción a lo político de una filosofía expresada por las mente occidentales en el siglo XVIII. Pero entonces, si es así, si el mundo vive en la estela de una revolución, y esta revolución implica agonía y muerte en el mundo occidental y en el resto del mundo conquistado por Occidente, esto significa evidentemente que no hay ninguna esperanza, no sólo para los pueblos occidentales, sino para todos los pueblos de la Tierra. Donde interviene digamos, la interveneración personal después de tantos viajes que hecho a través del mundo intelectual contemporáneo, después de una vida dedicada a comprender algo en medio del marágnum que me ha rodeado desde que he nacido, porque he nacido durante la primera guerra mundial, y este siglo es un siglo de guerras, dando cuenta precisamente de una locura que es hermana de la decadencia, he llegado a esta conclusión: hay dos revoluciones en el siglo XX: una revolución auténtica y una falsa revolución si es que estamos de acuerdo en confundir revolución con progreso. Si hay dos revoluciones, y una de ellas es la marxista, la de 1.917, ¿cuál es la otra?. Y siendo la marxista la pseudorrevolución, la revolución auténtica, la que marca no el comienzo no de una agonía, sino de unos tiempos nuevos, es la de 1.900. mis alumnos saben que muchas veces en mis clases dejo caer un acento más bien grave sobre este hecho. Lo que marca realmente la entrada del mundo en un ciclo nuevo con el cual 1.917 no tiene nada que ver, es aquella famosa conferencia que dio Max Planck en la Real Academia de Prusia, de Berlín, el año 1.900, cuando formula por primera vez algunas de las leyes de la nueva Física, de la Física Cuántica. ¿Por qué es esto tan importante? Porque encima de aquella conferencia y de otros escritos de Max Planck, otros físicos del siglo XX, otros filósofos, otros escritores, otros artistas, han montado todo un sistema que no tiene nada que ver con la Filosofía, o la Literatura, o la Psicología, o la Ciencia del siglo XX. Lo que marca Max Planck en aquella conferencia es el hecho de que todos los grandes acontecimientos del cosmos, del macrocosmos de la astronomía, o del microcosmos de cada organismo en parte, se rige por unas leyes que contradicen profunda y esencialmente el determinismo del siglo XIX. El materialismo determinista se acaba desde el punto de vista científico en el año 1.900. De manera que cualquier sistema político, filosófico, científico, literario o lo que sea, inspirado en el materialismo determinista del siglo XIX, no es más que un fantasma, luego veremos que todo lo que la mente occidental ha realizado en el siglo XX ha podido ser merced a esta novedad, en el marco de una revolución y no de la otra. Todos los grandes acontecimientos de la ciencia, y sobre todo de la física de las bombas atómicas, como la explotación de la Energía Nuclear, los artefactos que están rodando alrededor de la Tierra en el espacio cósmico, la nueva psicología, la nueva literatura, las nuevas filosofías, el nuevo arte, todo esto ha sido desarrollado en el mundo occidental, donde por encima o por debajo de la política, los científicos, los filósofos, los artistas, han podido evolucionar según la inspiración que les había sido transmitida por la nueva ciencia. ¿Se han preguntado ustedes alguna vez por qué en el espacio soviético no se ha producido ninguna novedad desde 1.917 a esta parte? Por qué ni la energía atómica, ni la nueva novela, ni la nueva psicología, ni las nuevas filosofías , ni el arte abstracto, ni la nueva música ha nacido allí, y por qué en el momento que aparecen dos grandes novelas El Doctor Zivago de Pasternak, y el Primer Cículo de Solzhenistsin..., éstas no tienen nada que ver con los cánones de la pseudorrevolución política, con el realismo socialista del espacio soviético, y son grandes novelas porque aplican a la literatura las nuevas leyes de la literatura occidental. La revolución del siglo XX se llama Revolución Cuántica. Todo lo que el espíritu occidental ha desarrollado durante el siglo XX, se ha desarrollado bajo el signo revolucionario de la Física nuclear. Veremos hacia el final de esta conferencia, qué relación puede tener esto con los conceptos de claves para un futuro mejor. Si cogemos uno tras otro los grandes espacios del espíritu occidental, voy a citar sólo algunos nombres y algunas obras para no cansarles, no damos cuenta como por ejemplo la Fenomenología, inventada, creada y desarrollada en Alemania después de Husserl, y en las cátedras de las Universidades alemanas con todas sus aplicaciones en la sociología y en la psicología, sobre bases antideterministas. Todo se alza desde el principio sobre ideas antimaterialistas, y la resurrección misma de la filosofía atomista en Francia, con Jean Maritain y Gilson, por ejemplo, que hace renacer un sistema filosófico medieval, el de Santo Tomás de Aquino, evidentemente apoyando otra vez desde el punto de vista de la razón la Iglesia Católica y la fe de nuestro tiempo, es enemiga declarada desde un principio de todo ismo de tipo materialista esto es más que evidente. Pero voy a detenerme unos minutos en un espacio muy polémico y muy elocuente a la vez que es el espacio de la psicología contemporánea ¿Quién no se interesa por la psicología, empezando por los escritores? Las dos corrientes psicológicas del siglo XX dan cuenta perfectamente de este conflicto en el espacio de una sola disciplina. Tenemos, por un lado, la revolución freudista, y por otro lado su enemiga que es la psicología de Jung, del gran psicólogo suizo C.G. Jung, enemigo declarado de Freud. Hay pues en el mundo para comprender los misterios del alma o para curar las almas enfermas, hay dos líneas de conducta para los especialistas, una línea materialista, que es la del psicoanálisis freudiano, y una línea espiritualista basada en los misterios del alma que es la escuela de Jung.
La visión materialista de Freud es falsa
La diferencia entre las dos corrientes es enorme, porque par Freud, filósofo del siglo XIX, materialista pues y determinista, no existe el alma. Lo que trata Freud en sus libros como en sus curaciones, es la psique, pero la psique para Freud como para los filósofos franceses de finales del siglo XIX, Janet y su escuela, el alma no existe, la psique no es más que una especie de emanación invisible de la materia, es materia y nada más. Es como la proyección hacia fuera de unas cualidades o defectos de la materia, o sea de lo somático del que nosotros estamos constituidos. Freud es un psiquiatra y un psicólogo materialista, por este motivo hace diez años ya en Fracia y en otros sitios ha surgido una nueva escuela de psiquiatras, en la huella evidentemente del espiritualismo psicológico, acusando a Freud de una manera realmente violenta y afirmando que Freud no sólo no ha logrado nunca curar a nadie, sino que, al contrario, ha logrado agravar las enfermedades de sus pacientes, porque la visión que Freud tuvo de la psique era una visión falsa, inscrita perfectamente en la falsa visión materialista del mundo, de los pensadores del siglo pasado, eso está más claro que el agua. Entonces viene Jung, que, continuando evidentemente las nuevas conclusiones científicas de su tiempo, somos mucho más complicados como personalidades humanas que la manera en que nos enfocaban antes los pensadores del siglo pasado, que tenemos un cuerpo que sí es materia, pero que tenemos también un alma inmortal. No es la afirmación de un teólogo, es la afirmación de un psicólogo, de uno de los más profundos científicos de nuestro tiempo.
Pero la revolución auténtica, la que marca el comienzo de los nuevos tiempos es la de 1.900, cuando Max Planck formula las leyes de la Física Cuántica.
El gran físico demuestra que todos los grandes acontecimientos del cosmos se rigen por unas leyes que contradicen el determinismo y el materialismo.
Cualquier sistema político, científico, literario que se inspire en ese materialismo determinista no es más que un fantasma.
Alguien le preguntó a Jung en una entrevista que otorgó a la BBC de Londres, poco tiempo antes de morir: ¿Cree usted en la existencia de Dios? Jung contestó:" Yo no creo, yo sé?
En su autobiografía titulada "Recuerdos, sueños y pensamientos" reafirma esta creencia en la existencia de Dios, pues es la existencia de un alma eterna. Para Freud, al no existir el alma, sino solamente la psique, ésta se hundiría en la nada junto con el cuerpo, en el momento de la muerte. Todas las conclusiones como los sistemas de curación de Jung, que es el nuevo y gran psicólogo de nuestro tiempo, rimando con el concepto d revolución auténtica, implican el reconocimiento de unos valores espirituales a los que el materialismo del siglo XIX no pudo nunca elevarse, debido precisamente a la filosofía materialista, su contemporánea.
Si pasamos a la literatura, como he dicho antes, todas las novedades del siglo, esta fabulosa transformación de la novela, lo que se llama novela conceptual, cuyos antepasados son dos españoles, Calderón y Unamuno, dan cuenta perfectamente de algo poco observado en general por la crítica conformista, la nueva literatura contradice de una manera fundamental la literatura del siglo XIX,
La psiquiatría de Freud es falsa porque niega el alma, porque está inscrita en la falsa visión materialista del mundo.
Por el contrario, el novelista del siglo XX, Mann, Joyce, Musil y sus antecesores Unamuno o Calderón, tratan de reconstituir la figura del hombre, destrozada por el materialismo.
Parece mentira que en 1.983 no haya aparecido aún un pensador político o el político capaz de traducir a leyes políticas los principios fundamentales de la ciencia del siglo XX.
que al ser materialista, o sea, realista o naturalista, era como un espejo paseando por encima de un camino, como decía Stendahl, que nació precisamente hace exactamente dos siglos. Stendahl fue un gran novelista realista del siglo XIX, la literatura de Joyce, la literatura de Unamuno que decía antes de Robert Musie, de todos los grandes novelistas como Thomas Mann, Kafka o Jünger, es una literatura que contradice fundamentalmente la técnica literaria del siglo XIX.
La comprensión del hombre, aportación de la novela del siglo XX.
El escritor, como el filósofo o el pintor, es una persona que trata desesperadamente de comprender al ser humano, utilizando no sólo la estética o la literatura. Esta es la aportación inmensa de la literatura en el siglo XX. El novelista de este siglo, como el poeta, lo que hace es tratar de penetrar la identidad, la totalidad del ser humano, utilizando para ello una multitud de frentes y de armas. Por este motivo muchas veces la literatura de nuestro tiempo e implica conocimientos filosóficos, científicos, psicológicos, o sociológicos y hasta económicos o lo que sea. El novelista trata de reconstruir la figura, destrozada por los materialismos, del ser humano. Vamos más lejos para mejor comprender dónde está la esperanza y dónde realmente está nuestro futuro. No es fácil profetizar, como luego veremos. Basta pensar las cosas de manera lógica. La ciencia contemporánea es, como decía antes, discípulo de la física. Todas las grandes épocas en la historia de la humanidad han sido inspiradas por una disciplina, por una técnica del conocimiento, por la pintura, la música, por la física, por la astronomía, por las matemáticas, por cualquier cosa. Una disciplina ha sido reina de las demás y ha provocado siempre el nacimiento de un nuevo ciclo en la historia de Occidente. La disciplina que en el umbral de estos nuevos tiempos abre la puerta del futuro es la física.
¿Cómo se puede realizar sobre esta base multidisciplinaria una operación de salvación, desde el punto de vista político? Pues haciendo sencillamente lo que han hecho en el siglo XIX los filósofos políticos de aquella época. Los liberales, por ejemplo, y el mismo Marx, han traducido a lo político y a lo social los principios de la filosofía y de la ciencia, dominante a mediados del siglo XIX. ¿qué es el marxismo más que la transformación en política y en economía del materialismo filosófico y científico del siglo XIX? Pues parece mentira, pero hasta 1.983 no ha aparecido nadie en el mundo, el pensador político o el político capaz de traducir a leyes políticas y a Estado, los principios fundamentales del siglo XX. Vivimos en el mundo de las élites de la filosofía y de la ciencia y demás, vivimos en el futuro de desde todos los puntos de vista posible e imaginables y vivimos en un pasado remoto desde el punto de vista político. Porque la aplicación de todos los sistemas políticos del mundo, los materialismos liberal, capitalista o marxista dramático desesperado de este fin de siglo, porque la humanidad, por un lado, vive con su cabeza, o con su mente, el siglo XXI, o más lejos quizás todavía, mientras que con el resto del cuerpo se está ahogando en el pantano del siglo XVIII, en el símbolo que ha abierto, desgraciadamente para la humanidad, estas fatales y letales puertas. Sería esperanzador, al mismo tiempo, reunir aquí los principios de la física contemporánea y ver hasta qué punto, todos los valores que nos constituyen desde dentro a nosotros, presentes en esta sala, hombres del siglo XXI, repito, como todos los principios de la física cuántica corresponden con los principios que forman nuestra filosofía de todos los días. Cuando digo los presentes de esta sala, me refiero a esa mayoría que hace física cuántica sin saberlo, de la misma manera que aquel famoso personaje de Moliére que hacía prosa sin saberlo y no sabía que eso se llamaba prosa.
Nosotros adoramos a nuestro Dios, amamos nuestra familia, estamos en contra del aborto, somos individualistas, amamos la propiedad individual, adoramos lo que se llama la Patria, y nos amamos los unos a los otros, y para nosotros hay sitio en la ciudad, en la polis, en la Patria, en el mundo. Porque los principios que están en la base de nuestras predilecciones o de nuestra filosofía pueden encontrarse en las grandes leyes de las ciencias contemporáneas una justificación hasta en el más mínimo detalle. He aquí un ejemplo. Uno de los principios de la física cuántica se llama principio de la complementariedad, que significa la coexistencia en contra de la lógica aristotélica, de dos principios contradictorios antagónicos, pero complementarios. Y han pasado decenios hasta que alguien logró comprender este principio fundamental. Por ejemplo, el rayo de luz ha sido estudiado a lo largo del siglo XIX y se ha podido demostrar en el laboratorio que lo que compone en el fondo el rayo de luz, son los corpúsculos. Hay separación entre aquellos corpúsculos, el rayo de luz parece lo que es, pero en el fondo observándolo desde cerca está compuesto por unos corpúsculos. Sin embargo, en la misma época, otros científicos han demostrado, también en el laboratorio que el rayo de luz es ondulatorio y no corpuscular, es un continum perfecto. ¿Cómo es posible que una cosa sea ésta u su contraria al mismo tiempo? Esto contradecía el principio de identidad de Aristóteles. Hasta que un físico ha demostrado que el rayo de luz es al mismo tiempo corpuscular y ondulatorio. Que hay una especie de onda que sirve de vehículo a unas partículas. De manera que, dentro de una misma realidad, observable en la naturaleza, coexisten dos principios contradictorios, lo que somos nosotros mismos, cada uno de nosotros en parte, cada persona humana en parte, cada uno de nosotros llevamos dentro los dos principios antagónicos y complementarios. Uno se llama la razón o conciencia, y el otro se llama mundo de los sentimientos o de lo inconsciente ¿Cabe más contradicción dentro de una misma realidad que este antagonismo dramático, es el que nosotros mismos vivimos durante todo el día? Esto posible porque cada persona humana, cada interioridad psicológica, lleva dentro estas contradicciones que forman en el fondo un drama único de cada persona en parte. Nosotros somos únicos, como únicos son los átomos que componen la materia, y, tanto nuestra unicidad individual como la de los átomos, se someten a unas leyes, que son las del microcosmos, realmente distintas de las leyes de los grandes números o del macrocosmos. Las leyes que rigen nuestra personalidad, como las leyes que rigen las moléculas o los átomos, no tienen nada que ver con las que rigen los grandes números, como, por ejemplo, de los planetas. ¿Qué es lo que significa esto, digamos, desde el punto de vista de una sociedad equilibrada? En una sociedad en la que la filosofía del sistema tendría en cuenta la unicidad de cada uno de nosotros, los planes quinquenales y el principio de la igualdad no servirían para nada.
En un sistema de futuro o conocimiento este paralelismo permanente entre individuos y átomos, entre la ciencia del mundo contemporáneo y la ciencia implica en cada uno de nosotros, un sistema así lograría arreglar la vida social en el planeta. La vida en el planeta no puede arreglarse porque asistamos a unos conflictos cada vez más enloquecidos. ¿ Hay cosa más loca que la guerra entre el Irán e Irak por ejemplo? ¿Hay cosa más loca que lo que está sucediendo en este momento en el Líbano? ¿Hay cosa más loca que la guerra en El Salvador, en Guatemala y en tantos espacios del mundo? ¿Hubo cosa más loca que la guerra de las Malvinas provocada por Inglaterra? ¿Cómo es posible la crisis del petróleo, cómo es posible la crisis política en que vive la humanidad en este momento llegada a los límites de desesperación? Esto es posible porque la gente que rige el mundo de manera visible o invisible está inspirada en la filosofía materialista, en el vampiro materialista del siglo XVIII. Si todo esto se arreglara según los principios de las nuevas ciencias el mundo podría entrar en una fase novedosa
La revolución cuántica de 1.900. Hablaba hace poco de dos principios fundamentales o dos conceptos fundamentales que los físicos han demostrado ya, cuya validez la ciencia contemporánea ha demostrado. En primer lugar, el concepto de Dios. Dios ha sido eliminado por la filosofía desde el siglo XVIII, se ha decretado a finales del siglo XX la muerte de Dios, ha desaparecido algo fundamental, cuya muerte o desaparición implica la muerte y la desaparición de las sociedades y del hombre. Estamos amenazados de muerte como personas humanas, o sea como seres humanos, porque Dios ya no existe, Dios ha sido eliminado de los fundamentos mismos de las sociedades en que vivimos. Dostoievski decía muy bien en una de sus novelas: si Dios desaparece todo es posible"; es decir, si no hay Dios, el hombre es capaz de cualquier cosa, de la peor cosa dirigida en contra de sí mismo. Pero Dios existe según la Física, eso es también una de las ideas fundamentales y revolucionarias inventadas y demostradas en el siglo XX. Un cristiano no necesita de una demostración, un cristiano cree en Dios y no necesita silogismos para reforzar su creencia. Pero vivimos en un siglo intelectual, como el siglo de Santo Tomás de Aquino, y en el siglo de Santo Tomás de Aquino, también el autor de la "Suma Teológica", necesitó de una demostración racionalista para apoyar la Iglesia tambaleante de su tiempo. De manera que la razón tiene a veces unas justificaciones verdaderamente importantes en la historia de los tiempos. Cierto especialista en informática dijo con cierta ironía, hace ya algunos años, que el cosmos no es más, desde el punto de vista científico, que una computadora perfectamente programada y realmente es así. Y todos los días se vuelve más y más demostrable. Pero apostilló el mismo científico:" Si realmente el cosmos es una computadora perfectamente programada, la primera pregunta que se me ocurre, es: ¿Quién programó la computadora?" De la misma manera, científicos basados en el materialismo determinista del siglo pasado sostenían que el cosmos empieza con una gran explosión, el famoso Bing-Bang de los astrónomos. Según ellos, una molécula perfecta explosionó en un momento determinando el nacimiento del cosmos y, desde entonces, galaxias y sistemas planetarios desprendidos desde aquella primera explosión se dirigen hacia todos los ángulos del Universo. El Universo es algo en permanente expansión, esta expansión existe porque hubo una explosión pristina, desde la cual todo ha empezado a manifestarse perfectamente. Pero esta molécula primigenia, ¿cómo nació?, ¿quién la creó, y con qué fines? Siempre nos encontramos en el marco de las explicaciones materialistas como un acto primigenio, al que ellos nunca llaman creación o Dios, pero estos nombres aparecen de la manera más lógica posible en el momento en que nos planteamos cualquier problema relacionado con el origen del cosmos. Y hay más: me acuerdo hace algunos años cuando entrevisté en el libro que citaba Marcelo Arroita, "El viaje a los centros de la Tierra", a Heisemberg, considerado como el más grande físico de todos los tiempos. Le dije: "Cree usted en Dios? Y me dijo lo siguiente: "Mire usted yo tengo relaciones mucho más fáciles y normales con Dios que con los hombres." Él era un físico que no bromeaba en aquel momento. "Porque siempre - añadió - en mis cálculos como en mis deducciones y en mis experimentos, me encuentro con algo. Con algo que nunca puedo explicar, con algo que desde el punto de vista científico no tiene nombre, pero esto tiene definición en las religiones." De manera que acto creacional, y el acto creacional implica una presencia y una mente, significa hoy, a fines del siglo XX, confirmación desde el punto de vista científico desde todas las conclusiones anteriores, en el marco de todas las religiones del mundo.
Vivimos en un pasado remoto desde este punto de vista. La actual inspiración de todos los sistemas políticos del mundo es un retorno al materialismo del siglo XIX.
De ahí el dramatismo de este fin de siglo. La humanidad vive con su mente en el siglo XXI mientras que con el resto del cuerpo se está ahogando en el pantano del siglo XVII.
Cada persona lleva en sí dos principios antagónicos y al mismo tiempo complementarios. Uno se llama la conciencia y el otro, los sentimientos.
Las leyes que rigen nuestra personalidad no tienen nada que ver con las que rigen los planetas. En una sociedad en que la filosofía del sistema tuviera en cuenta la unicidad de cada hombre los planes quinquenales y el principio de igualdad no valdrían para nada.
En el futuro un sistema que comprendiera este paralelismo permanente entre individuos y átomos podría arreglar la vida social del planeta.
Las guerras entre Irán e Irak, de El Salvador, de las Malvinas son posibles sólo porque la gente que rige el mundo está inspirada en la filosofía del materialismo.
El segundo principio importante, que está en la base de los errores que están sucediendo en el mundo, se encuentra en un libro fundamental y que abre con sus páginas, con sus millares de páginas aquel corto período de resurrección del espíritu que fue la restauración del Romanticismo a principios del siglo XIX, me refiero a las "Memorias de Ultratumba" de Chateaubriand, uno de los más grandes teóricos del Catolicismo. En las últimas páginas de estas Memorias, publicadas después de la muerte del autor, y que tuvieron un éxito enorme en aquellos tiempos, sostiene Chateaubriand con una especie de poder sobre el presente y sobre el futuro al mismo tiempo, que es el don que tienen los poetas y los grandes escritores. Dice:" En las sociedades donde no existe propiedad individual - fíjense en las sociedades donde no hay propiedad individual - tampoco hay libertad." Esto lo hemos comprobado, porque en las sociedades comunistas por ejemplo, donde ha desaparecido la propiedad individual ha desaparecido esa libertad. Esto lo anunció Chateaubriand con más de un siglo de antelación, de manera - y con esto termino - podríamos decir que la revolución auténtica, la que ha empezado el año 1.900, está desarrollando poco a poco sus principios, principios que se han apoderado a los largo de estos ocho decenios de todas las élites de la Tierra.
Porque hasta el físico ruso está obligado a trabajar con la Física Cuántica, es decir, con la física a la que ataca de manera furiosa la enciclopedia soviética. La Física Cuántica no existe desde el punto de vista oficial en la URRS y, sin embargo, construyen bombas atómicas y envían artefactos al espacio, basados evidentemente, no en la física determinista, del siglo XIX
Que había inspirado a Marx, sino en la física revolucionaria, en la física metafísica del siglo XX.
Estamos dirigiéndonos hacia un porvenir que estará dentro de poco tiempo dominado de manera lógica, como ha sucedido siempre, por los principios fundamentales de la revolución auténtica. Mientras, la pseudorrevolución, la que ha terminado en el espacio soviético con la libertad, con la propiedad individual, con la posibilidad de creación de los artistas, de los científicos, de los filósofos, de los historiadores, de los astrónomos. Que vive imitando siempre y robando las fórmulas del mundo occidental. Este es el espacio de la pseudorrevolución. Que significa, en el fondo, desde una perspectiva cronológica, por así decirlo, que nosotros, los que de manera consciente o inconsciente nos hemos adherido siempre a estos principios (en pri- mer lugar porque somos cristianos) constituimos la auténtica vanguardia de la humanidad. Mientras que los que se inspiran en los principios del siglo XVIII, los que aplican todavía en la literatura, en la filosofía, en la sociología, en la economía, en la política o en la ciencia, los principios asesinados o liquidados por la revolución cuántica, del siglo XIX, viven en la retaguardia de la humanidad.
Nosotros los aquí presentes y los que piensan como nosotros, constituimos la vanguardia de la humanidad y no la retaguardia. Cuando decimos progreso, o sea, la posibilidad de la humanidad de abrirse hacia el futuro, este progreso coincide con nuestros nombres propios, los grandes filósofos, los grandes políticos, los grandes literatos, los grandes pensadores, que han pensado como nosotros, y os han enseñado a vencer. Nosotros vivimos en la vanguardia, porque, repito, de manera consciente o inconsciente, hacemos física cuántica, aplicamos sus principios fundamentales a nuestra vida de todos los días, porque amamos a la familia, porque somos cristianos, porque creemos en la Patria, porque estamos en contra del aborto, y porque llevamos una vida acorde con las ciencias de nuestro tiempo. Esto es muy importante porque la ciencia de nuestro tiempo coincide con los principios fundamentales del cristianismo. Por este motivo consciente o inconscientemente, nosotros, los que estamos en la sala, nos encontramos ya en el futuro. Existen, pues, dos posibilidades de sociedad: ante nosotros una sociedad cerrada, que es la de los materialistas, cerrada para siempre en su espacio histórico; y una sociedad abierta, abierta tanto hacia el pasado como hacia el porvenir, que es nuestra sociedad, llevada hacia delante de la misma manera. Como el rayo de luz en su posibilidad ondulatoria lleva los corpúsculos. Cuando no hay equilibrio en los individuos como en las sociedades, se producen momentos o épocas de decadencia ¿Qué es lo que significa desde el punto actual decadencia? Lo que significa apoyar todos los principios que riman con el Tánatos, o sea, con la muerte. Apoyar el aborto que significa matar, estar en contra de la familia o en contra de la Patria, que significa cerrar, cerrar también, los individuos y los pueblos en espacios letales. ¿Qué significa apoyar la liberación de los gays por ejemplo? Pues significa muerte también, desde el punto de vista más serio de la evolución de la especie humana; la homosexualidad significa muerte, apagar de la especie. Si cogemos todos los principios que forman la ideología (la ideología es un tumor mental decía alguien), si cogemos todos los principios que están en la base vemos que no están en el espacio ideal de esta sala, pues nos damos cuenta perfectamente cómo cada uno de estos principios, termina en un callejón sin salida, que rima con la muerte. Por este motivo, la responsabilidad de cada uno de nosotros es enorme en este momento, porque nosotros representamos no sólo el futuro sino la vida. Gracias.