TRATADO SEXTO
Como Lázaro se asentó con un capellán, y lo que con él pasó.
Después desto, asente con un maestro de pintar panderos para molelle
los colores, y también sufrí mil males.
Siendo ya en este tiempo buen mozuelo, entrando un día en la iglesia
mayor, un capellán della me recibió por suyo, y pusome en poder
un asno y cuatro cantaros y un azote, y comencé a echar agua por la
ciudad. Este fue el primer escalón que yo subí para venir a
alcanzar buena vida, porque mi boca era medida. Daba cada día a mi
amo treinta maravedís ganados, y los sábados ganaba para mí,
y todo lo demás, entre semana, de treinta maravedís.
Fueme tan bien en el oficio que al cabo de cuatro anos que lo use, con poner
en la ganancia buen recaudo, ahorre para me vestir muy honradamente de la
ropa vieja, de la cual compre un jubón de fustán viejo y un
sayo raido de manga tranzada y puerta, y una capa que había sido frisada,
y una espada de las viejas primeras de Cuéllar.
Desque me vi en habito de hombre de bien, dije a mi amo se tomase su asno,
que no quería mas seguir aquel oficio.