Señores:
En la adición que he tenido al honra de firmar,
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Ahora bien, señores:
la manera indirecta más eficaz de atacar la independencia de la Iglesia
es obligar a sus ministros a que acudan a recibir su sustento de las autoridades
civiles; así no se ataca directamente la institución, se la ataca
indirectamente por medio de sus ministros; atacando al sacerdocio es como se
ataca a la Iglesia. Ahora bien, nadie puede acatar la independencia de la Iglesia
sin destruirla, y destruirla en nadie sería mayor crimen que en el pueblo
español; esto sería, señores, renunciar a un encargo especial,
a un encargo augusto que el pueblo español ha recibido del cielo. Yo
creo, señores, y lo creo con envanecimiento, que ha habido en la Tierra
dos pueblos que han sido elegidos y predestinados; el pueblo judío y
el pueblo español. Los que no crean en la verdad de lo que digo creerán
las pruebas que voy a dar.
El pueblo judío fue representante, el solo representante en la antigüedad
de esta idea religiosa, de la unidad, de la espiritualidad de Dios entre los
demás pueblos idólatras y materialistas; el pueblo español
ha sido el representante del catolicismo entre los pueblos protestantes. El
pueblo judío derramó su sangre por su fe en Asia, y el pueblo
español en las regiones de Europa y en el continente americano. Véase
si la semejanza no es cabal, si la semejanza no es cumplida, si la semejanza
no es honrosa. Pues bien: yo pido al pueblo español lo que hizo el pueblo
judío; el pueblo judío ha conservado intacta la fe , a pesar de
la dispersión, de su cautiverio, yo pido al pueblo español que
conserve intacta su fe a pesar de las revoluciones.
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A los hombres
entendidos en la Historia les diré también que recapaciten que
el clero o la Iglesia, el Trono y el pueblo han sido siempre en España
nuestra trinidad política; que siempre de uno de estos principios ha
sido atacado, luego al punto han salido los otros dos, hasta con una especie
de frenesí en su defensa.
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